Al igual que en la manera de
relacionarse de los perros en sus manadas en estado salvaje, donde hemos visto
que existe un líder en cada uno de los grupos, los seres humanos también
poseemos un sistema jerárquico en nuestra sociedad que nos permite vivir de una
manera ordenada y civilizada, exceptuando algunos casos, y donde un grupo de
dirigentes políticos, jueces y cuerpos de seguridad, guían a las personas hacia
la consecución de unos intereses que beneficien a toda la sociedad y que
aseguren su supervivencia.
Pero, independientemente del
rango que ocupemos en la sociedad humana, director general de una gran empresa,
dirigente político, magistrado, notario, o empleado en unas oficinas, tenemos
que saber diferenciar la posición que debemos ocupar en la vida social y
laboral, y la posición que debemos adoptar dentro de nuestra unidad familiar.
Existen casos de grandes
empresarios o personas de renombre con una gran capacidad de liderazgo en su
vida social con amigos o en su vida laboral con sus empleados, pero que en el
momento en el que llegan a casa, abandonan por completo este papel de liderazgo
y su energía firme se transforma en emocional al ser recibido por su mascota.
Esta claro que después de un
largo día de trabajo, lo que más nos apetece es volver a casa y disfrutar de
nuestra familia y de nuestra mascota y especialmente ofrecer todo nuestro
afecto a esta última cuando, al abrir la puerta, nos viene a recibir en un
estado de shock, con la cola moviéndose de un lado a otro sin parar y casi sin
saber que hacer, si esperar a que le acariciemos, saltar sobre nosotros o ir a
buscar su juguete favorito para que intentemos quitárselo de la boca. Como ya
vimos en el primer post, la convivencia con una mascota es fuente de salud, y el
momento de abrazar a nuestra mascota cuando llegamos a casa es como una terapia
relajante que nos ayuda a olvidarnos de todos los problemas que tenemos en el
mundo exterior.
Pero lo que tenemos que tener muy
presente es que a nuestro perro le da igual quien seamos en nuestra vida social
o laboral, lo conocidos o importantes que seamos, el dinero que tengamos o el
coche que podamos conducir, lo único que realmente le importa a nuestro perro
es quien ocupa, en la relación con nuestra mascota, el papel de líder y el
papel de seguidor. Y si cuando llegamos a casa, dejamos que nuestro perro salte
encima de nosotros y le damos toda clase de premios sin realmente haber hecho nada
correctamente, en la mente del perro ya se ha tomado la decisión. Esa persona
poderosa en su vida social o laboral se ha convertido en realidad, en el
seguidor para su mascota.
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