La agresividad en las mascotas es un hecho que cada vez se produce en mayor número principalmente en los países más desarrollados, y aunque podamos desconocerlo, la
gran mayoría de las agresiones provocadas por nuestras mascotas, a las personas
o a otras mascotas, tienen su origen en el miedo, principalmente si hablamos de
razas pequeñas y los motivos por los que se genera ese miedo en los perros y
principalmente en las de menor tamaño los vamos a explicar a continuación.
La mayoría de las veces, la
agresión basada en el miedo suele iniciarse, en nuestro perro, con un gruñido o
enseñando los dientes contra aquellos individuos contra los que manifiesta este
estado, ya sean personas, otros animales, u objetos de la vida cotidiana como
carritos de bebé, bicicletas, coches, etc. Normalmente los animales que padecen
este desorden psicológico no suelen clavar los dientes, sino que casi siempre
marcan, es decir, muerden rápidamente y se retiran.
Los motivos por los que se
origina la agresividad motivada por el miedo suele producirse, en el menor de
los casos, porque la mascota a sufrido malos tratos por parte de las personas o
propietarios o por otros perros también desequilibrados que los han atacado en
varias ocasiones, y una de las maneras en que los perros intentan expresar ese
miedo es atacando de la manera que hemos comentado anteriormente, marcando y
retirándose.
Pero la principal causa de
agresión por miedo, se debe principalmente al exceso de cariño en situaciones
en las que nuestra mascota no se encuentra en un estado de tranquilidad, sino
que todo lo contrario se encuentra nerviosa y estresada por algún acontecimiento
ocurrido. Si por ejemplo, cada vez que nuestra mascota se cruza con otro perro
o como comentábamos con anterioridad, un carrito de bebé, se pone nerviosa y
empieza a ladrar y a enseñar los dientes, lo que no debemos hacer es mostrarle
cariño y cogerla en brazos para acariciarle y conseguir que se tranquilice,
sino que todo lo contrario, en esta situación lo que nuestra mascota necesita
es un líder de la manada que, de manera tranquila y sin excitación, le corrija
el comportamiento agresivo que esta teniendo. Si en lugar de corregir este
comportamiento le acariciamos, lo cogemos en brazos y encima cargados de
emocionalidad decimos cosas como ¡Oh pobrecito!, sin saberlo estamos reforzando
este tipo de conducta, y lo más probable es que, lejos de disminuir la
agresividad de nuestro perro, incremente con el tiempo, porque en el lenguaje canino,
las caricias suponen la aceptación del acto realizado.
Con esto no estamos queriendo
decir en ningún momento que no debemos darle cariño, caricias o abrazos a
nuestra mascota, sino todo lo contrario, debemos darle mucho afecto, cuanto más
mejor, pero para ello tenemos que cumplir una regla básica si no queremos
generar en nuestra mascota este tipo de desequilibrio psicológico, el afecto se
lo debemos dar cuando nuestra mascota se encuentre en un estado de sumisión y
de tranquilidad, porque entonces estaremos reforzando este tipo de conducta y
nuestra mascota aprenderá que sumisa y tranquila es la única manera de recibir
nuestro afecto.
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